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GARITONES

El duque de Ahumada dispuso la construcción de una larga serie de "casetones", "garitones" o casetas de refugio y abrigo, en los lugares más estratégicos de los caminos, a fin de que el Guardia Civil pudiera permanecer muchas horas en vigilancia. Para más eficacia, se ordenó que la puerta estuviera siempre cerrada, de modo que un viajero no supiera nunca si el garitón estaba ocupado o vacío. En todo caso, el casetón debía estar alejado más de mil varas (casi un kilómetro) de cualquier otra construcción. Este tipo de casetas fueron construidas cada pocos kilómetros a lo largo de las carreteras N-340, N-232 y N-234.

Recreación de uno de los casetones

En las comarcas en las que el bandolerismo se mostraba más activo, llegaron a constituirse destacamentos ideados por el fundador sobre modestas edificaciones a lo largo de los caminos reales. La idea fue desechada poco después por falta de presupuesto, pero se trataba de casernas de unos sesenta metros cuadrados con un dormitorio común para diez Guardias, un cuarto para el Comandante de Puesto, cocina y calabozo. Las pequeñas ventanas podían emplearse como aspilleras. En el Archivo Municipal de Borriol hemos localizado el Proyecto remitido por el duque de Ahumada de estas casernas.


La primera referencia a los casetones para la Guardia Civil la encontramos en un Boletín Oficial de la Provincia de Castellón de marzo de 1848, cuando el Ayuntamiento de Nules saca a concurso la construcción de “una casa en el término de dicha villa y junto a la carretera de Valencia para que puedan guarecerse en ella las partidas de la Guardia Civil”.

En febrero de 1850 el Gobernador de la provincia ordenaba la construcción de una serie de casetas que sirvieran de asilo transitorio a las parejas de la Guardia Civil, de 16 pies (4,9, metros) de anchura, 19 (5,8 metros) de longitud y 12 (3,6 metros) de altura, con puerta abierta hacia la carretera con una altura mínima de 9 ½ pies (2,9 metros) para permitir la entrada de caballerías y una aspillera encada una de las tres paredes restantes. Tres de ellas eran:
En el punto denominado “Cabo de la Sierra” (Punta de la Serra), que fue costeada por los Ayuntamientos de Peñíscola y Santa Magdalena
En el punto denominado “Barranco de Agua Oliva”, corriendo a cargo de Vinaroz y Benicarló
En el punto denominado “Río Seco” (barranco de Alcalá o barranquet), costeada por Benicarló

En el año 2006 todavía se conservaban estos restos del casetón construido en 1850 en la N-340 (Cabo de la Sierra)

El Ayuntamiento de Castellón de la Plana recibió la orden, en marzo de 1850, de construir un casetón en el Barranco de la Magdalena, que debía ser sufragado también por el Ayuntamiento de Benicasim por estar a medio camino el punto designado.

En el plano de Castellón, elaborado en 1852 por el teniente coronel capitán de Ingenieros Francisco Coello, figuran cuatro de las casetas construidas en aquellas fechas, todas situadas en la carretera N-340.



El duque de Ahumada escribía el 17 de diciembre de 1853: “La construcción de garitones de abrigo es otro de los ramos que reclaman el mayor interés, por la ligazón que tiene también con el servicio y en que los comandantes de provincia pueden dar a conocer su tacto en el mando, consiguiendo se edifiquen gratuitamente e ínterin la consignación no puede costearlos. En varias provincias se ha ido llevando a cabo, y entre ellas merece citarse la Lérida, que tiene uno entre cada dos puestos de los situados en el camino real, y las de Burgos, Castellón, Segovia, Cuenca y Madrid”.

El Brigadier Ximénez de Sandoval escribió en 1858 en su libro Las instituciones de seguridad pública en España y sus dominios de Ultramar: “Existen además 243 casetas o garitones, construidos en su mayor parte por los ayuntamientos o por los fondos provinciales, para servir de resguardo y abrigo a las parejas en sitios despoblados y de importante vigilancia”, lo que nos indica el esfuerzo realizado en todo el territorio nacional para implantar este proyecto.

En 1861 el arquitecto Vicente Martí Salazar recibió el encargo de proyectar y presupuestar la construcción de seis casetas que sirvieran de abrigo a las parejas de la Guardia Civil. Diseñó un edificio de planta cuadrada con una cuadra, un cuarto escritorio y armero, otro que sirviera de dormitorio, una cocina y un zaguán de entrada. Le incorporó dos garitas en esquinas enfrentadas, intentando cubrir todos los ángulos de tiro para caso de tener que repeler alguna agresión. Este arquitecto trabajaba a las órdenes del Gobernador, pero sus honorarios eran abonados por la Diputación.



Los seis lugares seleccionados fueron: los puntos denominados Pozo de Cervera y del Redio, en la carretera de Valencia a Barcelona, en los tramos de Alcalá de Chivert a Santa Magdalena de Pulpis y de Oropesa del Mar a Torreblanca, en el Llano de Barracas, en la Cuesta del Ragudo, en la Cruz de Media Legua y en el Collado Rayo, en la carretera de Aragón.

En julio de 1860 el arquitecto había estimado un coste aproximado para cada una de ellas, respectivamente, de 2.100, 2.316, 2.339, 2.514, 2.228 y 2.417 reales. Fueron designados para indicar el lugar exacto de construcción, el Subteniente de Alcalá de Chivert, para las dos primeras, y el Teniente de Segorbe, para las cuatro restantes.

En 1862 el Gobernador reiteraba la orden de construcción de algunas de estas casetas:

En el punto denominado "Collado Royo", costeada por Jérica
En el punto denominado "Cruz de Media Vega", también a cargo de Jérica
En el punto denominado "Alto del Ragudo", sufragada por Viver

En diciembre de 1883 el Gobernador escribía al Ayuntamiento de Vinaroz pidiéndole que contribuyera al gasto de reconstrucción de los “casetones de la Guardia Civil en los barrancos de la Barbiguera y Aiguaoliva”. La toponimia de estos barrancos es la misma de hoy en día, con lo cual está bien delimitado en la costa de Vinaroz.

Actualizado el 23 de febrero de 2019

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